42. Ya no eres pan y vino

Ya no eres pan y vino,
ahora que eres cuerpo y sangre, vives en mí.
Y de rodillas yo caigo al contemplar tu bondad,
¡cómo no te voy a adorar!

Mientras te pierdes en mis labios,
tu gracia va inundando todo mi corazón.
Por esa paz que me llena de alegría mi ser,
¡cómo no te voy a adorar!

Señor Jesús, mi Salvador:
amor eterno, amor divino.
/ Ya no falta nada, lo tengo todo, te tengo a Ti. /

Dueño y Rey del universo:
¿cómo puede ser posible que busques mi amor?
Tú tan grande y yo pequeño y te fijas en mí,
¡cómo no te voy a adorar!


De rodillas yo te pido

que un día cuando tú me llames sea como hoy,

para mirarte a los ojos y poderte decir:

¡que cómo no te voy a adorar!


Señor Jesús, mi Salvador:

amor eterno, amor divino.

/ Ya no falta nada, lo tengo todo, te tengo a Ti. /